El miedo a perder la inmunidad, más que un riesgo una oportunidad.
El miedo a perder la inmunidad, más que un riesgo
una oportunidad.
06 de julio del 2020
En colaboración con Yamal Zamudio
La aprobación en primera votación del retiro de la inmunidad para altos funcionarios y congresistas, generó pánico en el Ejecutivo que exudo primero través de sus voceros (Opinólogos, ONG y Medios de comunicación) y después el mismo mandatario ¿pero este temor tiene fundamento? La inmunidad como sabemos tiene origen en Inglaterra y después fue reglamentada en Francia, la figura de la inmunidad tenía como misión la de proteger a los legisladores garantizando su independencia ante la presión del gobierno de turno; y en cuanto a la argumentación del porqué de la inmunidad de los altos funcionarios, se indicaba que es era para garantizar su independencia en favor del Estado.
En el transcurso de nuestra vida republicana, es
evidente que la sociedad y el mundo han cambiado en muchos aspectos y este tema
no es la excepción, por ejemplo hace menos de 20 años la información era
privilegio de pocos, la manipulación en todos los ámbitos era mucho más fácil
por parte de grupos de poder, aumentaba con la ignorancia de la población, el escaso o casi nulo
acceso a una información imparcial y un
punto que hace la diferencia es la ausencia de una cultura democrática; parte
de esto ha evolucionado, el acceso a la información ahora es más mucho más
amplia sin ser suficiente, hay más posibilidades de expresar nuestras ideas,
manifestarse a favor o en contra de algo o inclusive el hacer una denuncia se
ha visto facilitada por el acceso a las plataformas digitales y la tecnología
(mermando la exclusividad de los partidos políticos).
La visión y esfuerzo de nuestros parlamentos y
gobiernos para atacar o luchar contra de la corrupción, solo apuntaron a las
instancias del gobierno de menor rango, pero siempre intencional o no, obviando
las instancias más altas del aparato estatal, las que manejan más presupuesto paradójicamente,
y un ejemplo de esta tendencia fue: la prohibición de reelección de
Gobernadores regionales y luego la reelección de los alcaldes. Si esta medida, de
la no reelección, ha generado mayor fiscalización por parte de la población y en
consecuencia mayor participación política en los asuntos de gobierno, principal
problema que se viene dando en detrimento de nuestra frágil democracia, salta
la pregunta entonces ¿Porque no es aplicable en las instancias más altas? ¿No sería
una oportunidad o catalizador para que la sociedad se involucre en las
decisiones de gobierno?
La corrupción es un mal que arrastra y mancha la
reputación de nuestro país desde su creación como república, las agrupaciones
políticas y sus políticos han tomado como estandarte este tema ¡Lucha frontal
contra la corrupción! Pero solo lo aplicaron en los niveles menores de
gobierno, asumiendo que solo allí se presentaba este fenómeno o direccionando el
ojo del ciudadano a solo este segmento; ¿porque se mantiene la fuerte y
arraigada tradición peruana de diferenciar la ley? si queremos un cambio real,
asumamos que la ley es igual para todos. Y no temamos que estas medidas
ahuyenten a las personas a participar en el gobierno, ya que la experiencia nos
dice que, pese a la cantidad de denuncias, juicios, procesos y penas de cárcel
para autoridades y funcionarios, la cantidad de candidatos a puestos públicos
no se ha reducido sino por el contrario se ha incrementado de manera
exponencial.
Este momento es muy particular en la vida política
del Perú en medio del Covid-19, porque la pandemia a desnudado de manera cruda que
la misma estructura de la sociedad peruana esta corroída por el óxido de la
corrupción y de la manipulación. La clase política separada de la ciudadanía,
el miedo de perder la inmunidad puede convertirse en terror y entonces si los
escenarios pueden devastar frágil democracia de los últimos 19 años.
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