17 abril 2019, Un cambio Epocal…Fuerza Perú!



Cambio Epico en el Perú

El 17 de abril de 2019, cayó un velo sobre el panorama en Perú. Fue el comienzo de un cambio épico. En este día, comenzamos a despertar del letargo en el que nos tenía prisioneros el sistema peruano, lleno de discusiones y sin una ruta definida. El motivo de este despertar nos lo dio la trágica muerte del expresidente del Perú. En una diligencia rocambolesca emitida por el poder judicial en relación con el imponente caso Lava Jato donde existe un acuerdo de casi impunidad para una empresa corrupta a todas luces como Odebrecht, el dos veces presidente Dr. Alan García Pérez, aún no acusado y con solo la presunción de un delito, tuvo el gesto fatal de gatillar su pistola y poner fin a sus ansiedades terrenales, ya sean justas o injustas. En este acto, prevaleció su cansancio y estrés, al cual fue sometido en los últimos meses por una magistratura emuladora de la "mani pulite". La prensa y el morbo social me traen a la mente al buen Werther, quien veía el suicidio como una forma de liberar sus angustias y frustraciones, que oprimían su alma cándida y torturada, tal como se retrata magistralmente en la obra escrita por Goethe. Solo en dictaduras como las de Ceaușescu, la Unión Soviética o Venezuela, se detiene a las personas solo por presunciones, sin una acusación fiscal y, obviamente, sin juicio o debido proceso.
La magistratura debe, sin duda, hacer su trabajo y no dejarse influenciar por las redes sociales ni la opinión pública, de la cual no necesita depender. Debe cumplir únicamente con la ley y demostrar una imparcialidad absoluta, sin manchas. Un magistrado no es un candidato político.

El tiempo 

El tiempo es su espejo, si las presunciones son ciertas deberían acusar prontamente, caso contrario, cuando su timmig investigativo se acabe y no sean ciertas, como resarcirán a las personas que les causaron daño a su reptación, de nuevo el tiempo es el mejor juez.

La construcción de los valores de un país se forma día a día con pequeños y grandes gestos en el hogar, la escuela, los centros educativos, el trabajo, la empresa e incluso en el ámbito de la diversión. Con un gesto como el ocurrido en este desafortunado día, podemos afirmar que la misma estructura del país se vio sacudida por el estruendo de la bala que acabó con la vida de un ciudadano que fue honrado dos veces como presidente de la república, gracias al voto democrático y soberano del pueblo peruano.

La investidura más alta de una nación es la del presidente, quien refleja y representa a los 32 millones de peruanos. Todos los ojos críticos, así como los complacientes, están puestos en sus acciones, gestos, posturas y comentarios. El presidente tiene el honor de defender la Constitución de nuestra república. Los últimos acontecimientos nos llevan a pensar que todo el sistema peruano se encuentra en una crisis épica y necesita una reestructuración inmediata. La ausencia de paz y concordia, así como la ignorancia de los derechos naturales de las personas, nos podría llevar al abismo y resucitar fantasmas dictatoriales o, peor aún, el resurgimiento de grupos radicales de extrema izquierda, que ya causaron la muerte de cientos de miles de compatriotas en los años 80.

La Libertad

La libertad es de suma importancia para los seres humanos, no tiene precio y es, de hecho, inestimable. No se relaciona con posesiones materiales, títulos o dinero. Incluso la formación ideológica no puede desmerecerla. La libertad es un valor supremo que no distingue raza, religión o situación económica. Hace que el ser humano sea digno y es vulnerada por el abuso del poder nefasto, que siempre busca silenciarla y mancillarla, ya sea a través de métodos legales o ilegales.

Si los funcionarios o ex presidentes son culpables, deben ser juzgados como corresponde en un país civilizado que aspira a la verdad y la justicia. Si se encuentran culpables, deben enfrentar las consecuencias de sus actos al recibir el juramento del cargo, que dice: "Sí así lo hiciereis, Dios y la patria os lo premien y si no, ellos os lo demanden".

 

Tengo preguntas que me atormentan y me avergüenzo de no tener respuestas claras todavía:

 

- ¿Cómo les explicaremos a nuestros hijos que, gracias a una guerra fratricida inútil entre peruanos, nuestros propios representantes parlamentarios han desgastado y demonizado con sus acciones nuestra joven democracia?

- ¿Qué les diremos sobre los últimos cinco ex presidentes (dos en prisión, uno en EE. UU., uno fallecido y otro con comparecencia restringida), todos envueltos en presuntos actos de corrupción, algunos con muchas pruebas, seleccionadas caprichosamente con el bisturí quirúrgico de un maquiavélico Baratta, una persona que representa los intereses de la constructora más poderosa y corrupta de Sudamérica?

 

Hoy no somos capaces de establecer una política pública sólida en cuanto al desarrollo territorial, una ley digna del trabajo, un programa que equilibre las poblaciones y las empresas mineras, que son la columna vertebral de nuestra economía. Falta una acción concreta ante la inseguridad que impera en cada calle de nuestro país. Necesitamos generar un clima legal y ofrecer incentivos concretos para los empresarios peruanos, quienes son los encargados de promover las inversiones y el crecimiento económico. Además, necesitamos una política internacional que comunique al Perú como un país con un gran potencial.

Los peruanos hemos pasado casi tres años inútiles en nuestra vida republicana, con el parlamento y el ejecutivo inmersos en discusiones y confrontaciones bizantinas. Y lo más indignante ha sido el escándalo del poder judicial. Es decir, los tres pilares o poderes del Estado peruano están profundamente comprometidos y, justamente por eso, es imprescindible un cambio drástico en la visión del Estado peruano.

La concertación nacional, la reconciliación nacional, los acuerdos de gobernabilidad y las mesas de diálogo suenan como palabras bonitas y melosas pero aún suenan huecas (un címbalo estruendoso). Los jóvenes quieren propuestas claras y también ser partícipes de ellas. Yo confío mucho en la fuerza de la juventud, en su espíritu libre. La nueva generación domina el lenguaje digital, es abierta a las diferencias ideológicas y religiosas, respeta más el medio ambiente y se siente más ciudadana. Veo en ellos la esperanza de nuestro país.

 

Tal vez sea el inicio de una nueva fuerza en el Perú.




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